La Estela

Estándar

 

Sus ojos me contemplaban desde el asiento que tenía enfrente. Con miradas furtivas pude observar cuánto brillaba su cabello bajo la luz artificial del vagón. Su sonrisa dejaba al descubierto los dientes blanquecinos y el color rosado de sus labios eran la clara invitación a un beso. Durante un rato, pude constatar que, a pesar de estar oculta tras un libro, seguía en su empeño de intimidación consiguiendo que el rubor poco a poco coloreara mis mejillas. Con un rápido y leve movimiento se acercó a mí. La brisa que había levantado dejó tras él un intenso olor a humedad, a bosque, a hierbabuena, a hielo, a sal…Posó una mano en el respaldo del asiento y con la otra siguió el contorno de mis pómulos, haciendo que su frialdad otorgara calor a mi cuerpo…

 

Akhesa

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